Filosofía moderna

Coordinan: Dra. Alejandra Velázquez y Dra. Laura Benítez.

Este simposio abre un espacio propicio para la comunicación e intercambio de ideas que abordan la problemática propia de la modernidad filosófica; es decir, aquélla que se plantea –según criterios convencionales y no definitivos— de finales del siglo XVI a mediados del siglo XIX. Este largo período parte de la crítica radical a la filosofía escolástica en sus contenidos, pero también en sus procedimientos. Por ello, el estudio de los límites y posibilidades que tiene el intelecto humano para conocer se convierte en una tarea prioritaria de estos pensadores. Esta labor corre paralela a la de conformar nuevas herramientas conceptuales y metódicas, así como instrumentos innovadores para explorar tanto las realidades teóricas que se abren a los pensadores, como el mundo natural que se ofrece al experimentalista. Tal es el marco que da lugar a la conformación de la Nueva Ciencia, como uno de los logros distintivos del pensamiento moderno.

De este modo, la rica discusión filosófica de la modernidad abarca las distintas disciplinas de la filosofía, pues si bien el tema central de las filosofías anteriores había sido el del ser y, en cambio, el problema fundamental de la filosofía moderna es el del conocer, se analizan sus implicaciones y repercusiones éticas, estéticas, políticas, etc. en el contexto del pensamiento que busca demarcar los ámbitos de lo inmanente y de lo trascendente –que si bien no se abandona, viene a ocupar un sitio rigurosamente
acotado.

La historiografía tradicional del periodo, que con frecuencia impone esquemas simplistas y reduccionistas –i.e. el racionalismo continental vs. el empirismo insular– ha de cuestionarse para así revelar panoramas complejos, que han de aparecer como resultado del análisis de las discusiones entre los pensadores que, como se ha mencionado, este espacio espera promover.

Finalmente, se asume que la tarea del historiador de la filosofía no es la de un anticuario dedicado a la mera recuperación del pensamiento, cual objeto inerte. En contraste, dicha labor, al remitirse al pasado, reconstruye y crea nuevos horizontes para –entre otros alcances–, hacer patentes las continuidades ahí donde habitualmente se marcan oposiciones y, a la inversa, para localizar discontinuidades donde sólo se han visto las afinidades.