Coordinación: Raúl Alcalá Campos
La filosofía ha prestado atención a las relaciones interculturales y la diversidad cultural desde el último cuarto del siglo pasado. Las relaciones entre las culturas no es algo nuevo, el reconocimiento de la diversidad cultural tampoco, en nuestro país podemos remitirnos a Fray Bartolomé de las Casas, entre otros, como un ejemplo claro de ello. Lo que sí es nuevo es la atención que la filosofía le está prestando últimamente, poniendo énfasis en el reconocimiento de la alteridad. Esto se debe a que el reconocimiento de otras culturas requiere de un fuerte cambio de la filosofía heredada de la Modernidad, solicita así una concepción pluralista en diferentes ámbitos, es decir, un pluralismo epistemológico, ético, jurídico, cultural, religioso, ontológico, etc. En otras palabras, abandonar una idea universalista en la que únicamente cabe una y sólo una interpretación válida de la realidad, una vez lograda ésta cualquier otra se tenía que considerar falsa. Este cambio suscita una serie de cuestiones, ¿no nos lleva esta situación a una posición relativista?, si es así, ¿cómo podemos aceptar una afirmación como verdadera?, en otras palabras, ¿cómo podríamos justificarla si los criterios para ello dependen de cada cultura?, ¿Esto implica que una cultura no podría criticar a ninguna otra? Etc. Para que la filosofía se enfrente a estas cuestiones es necesario que dedique, previamente, sus recursos al análisis de los conceptos citados arriba, es decir, a una reevaluación de la manera en que han sido comprendidos desde los inicios de la Modernidad hasta nuestros días, sin dejar de atender a hechos concretos de las relaciones entre las culturas. Este simposio está dirigido precisamente al estudio de estas cuestiones.